Mensaje Apostólico 29 de mayo de 2022

Saludo Apostólico 29 de mayo de 2022

En el mundo se padece infinidad de males que afectan la vida y la estabilidad emocional, síntomas graves de la descomposición que padecemos como sociedad, más allá de lo común pero propias de este mundo. Así con gran sorpresa me enteré de que hubo una situación de violencia en el poblado de Uvalde, Texas, Estados Unidos, lo que me causó mucho dolor y profunda consternación al saber quienes eran las víctimas, por lo que me uno al dolor de la población y al profundo sentimiento de angustia que embarga a las familias.

Esta situación nos permite actuar como iglesia, como una familia en cristo llena de amor comprensión y como refugio de paz y consuelo, solidaria con las personas que nos rodean. Por ello quiero invitar a toda la iglesia a elevar una oración por los familiares de las víctimas y sobrevivientes, para que Dios les consuele y les bendiga.

Por ello mi invitación a la iglesia para que oremos al Señor, el único que puede ayudar a esta sociedad mejorando sus vidas, aunque no sucedió con los cercanos como parte de esta sociedad re sentimos la muerte de inocentes, nos lastima su sufrimiento por eso vamos a orar por sus deudos, para que Dios los consuele los bendiga y los fortalezca.

Me da gusto saber que ningún hermano de Uvalde sufrió, aunque me da tristeza saber de las familias que están sufriendo, llévenlos en sus oraciones.

“Pero no son de nuestra iglesia”, no importa, el dolor ajeno también lo llevamos nosotros, porque ya hemos sufrido mucho también, mucho más cuando algo es injusto.

Señor, no tenemos a nadie fuera de ti, nadie nos va a defender, solo tú y es más que suficiente. Nos has demostrado que no estamos solos, siempre has estado con nosotros, solo te tenemos a ti y es mucho más de lo que pudiesemos pedir.

Tú eres nuestro escudo, Tú eres nuestro único refugio, Tú eres nuestro único protector, Tú eres nuestro único defensor, Tú eres nuestro único abogado, ¿A quién más recurrimos si no es a ti? Y a ti venimos hoy a pedirte; ayúdanos, cuídanos de este mundo en que vivimos, cuida también de este mundo que está viviendo tiempos muy difíciles.

Cuida a tu pueblo, está entrando en esta etapa nueva donde va a ser muy posible que estos actos de violencia se tornen en contra de nosotros.

Señor ayúdanos, protégenos, cuídanos, nosotros estaremos aquí cumpliendo con nuestro deber y nuestra obligación. No acumulando odio, no acumulado venganza, no acumulando corajes en contra de ellos, no Señor, ya los hemos perdonado.

Ahora solo acumulamos tu fe, tu fuerza, tu comunión, tu unidad, para que a través de ellos nosotros podamos seguir adelante y salir más que triunfadores. Porque esa es la enseña que recibimos de nuestro maestro, cuando el Señor Jesucristo estaba crucificado y volteó a ver a la gente y le dijo a su padre: “Perdónalos porque no saben lo que hacen.”

Esa es la enseñanza nosotros tenemos de nuestro maestro, esa enseñanza nos la dejó el hombre más más perfecto y santo que hubo y que va a haber en toda la historia de la humanidad. Un hombre que siendo totalmente inocente fue llevado ante el concilio y ante los gobernadores. Que fue juzgado, le quitaron la vida y aún segundos antes de expirar sus palabras fueron: “Señor, perdónalos.”

Nosotros no estamos enseñando acumular venganzas, odios, corajes ni sentimientos semejante a estos, nosotros vamos a pedirle a Dios: “Señor, ayuda a tu siervo. Señor, ayuda a sus abogados, se con ellos. Tu espíritu los dirija y así como han encontrado tantas cosas en su defensa, Señor, sabemos que lo han hecho porque tú los has ayudado.

Señor, también te pedimos bendiciones para el juez, bendiciones para la fiscalía, bendiciones por aquellos que van a ser elegidos para ser jurado. Señor también pedimos bendición para las personas que me están acusando ¿Qué va pasar, Señor?
Lo que Tú órdenes, Señor.”

Señor, ayuda a todas las familias que están sufriendo, bendícelos, ayuda a nuestros gobernantes, desde el presidente de esta nación, hasta el alguacil que cuida aquí nuestra celda. A todos Señor, bendícelos y permite que seamos nosotros los primeros que con nuestra vida, con nuestro ejemplo, con nuestros hechos, en dar testimonio que no es la violencia, que no es el odio, que no es la venganza. Que es tu amor lo único que puede cambiar a este mundo y en tu amor todos podremos vivir felices.

Que Dios los bendiga a todos mis hermanos, vuestro en cristo Naasón Joaquín García.

Deja un comentario