PRESENTACIÓN APOSTÓLICA EN DALLAS, TEXAS
26 de febrero de 2015
El jueves 26 de febrero, el Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García, se presentó en la Iglesia de Dallas, Texas. Se sumaron a esta histórica reunión las iglesias de Dallas, El Paso, Austin, Waco, Uvalde, Fort Worth, Ocklahoma y Roswell. Dado a que la asistencia de las iglesias rebasó el cupo de la Casa de Oración local, se acondicionó el auditorio del Hotel Hyatt Regency, para sede del evento.
Previo a la presentación apostólica, el hermano P.E. Benjamín Joaquín presidió la consagración. En el segundo canto invitó a la Iglesia a cantar la alabanza “Bendita paz”. A las 10: 37 de la mañana, el Apóstol de Jesucristo ingresó al citado recinto, de cuyas columnas pendían las banderas de cincuenta naciones.
La Iglesia recibió al Apóstol del Señor agitando miles de pañuelos blancos, mientras el Coro cantaba la alabanza Hossana. Al caminar por el pasillo central y contemplar los rostros de júbilo espiritual y alegría rebosante, el Siervo de Dios expresó: “¡Qué hermosa alegría siente mi alma al ver vuestro amor y vuestra fe y contemplar que también el manto de la Elección ha tocado sus corazones”.
Salutación apostólica
El hermano D.E. Silverio Coronado, a nombre de las iglesias congregadas, fue el encargado de dirigir las palabras de bienvenida al Apóstol de Jesucristo, quien, después de la recepción, dirigió sus primeras palabras a la Iglesia: “Qué hermosa bendición es llegar a este lugar y ver que también aquí el manto de la Elección te ha tocado, te has gozado y llenado de alegría con la hermosa voluntad que Dios ha puesto sobre la tierra. Por eso, mis primeras palabras para vosotros son: ‘Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. Padre de misericordia y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación”.
Y agregó: “Yo soy Naasón Joaquín, y doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Nuestro Señor, porque me tuvo por fiel poniéndome en su Ministerio. Hoy me concede el Señor llegar hasta ustedes, en cumplimiento a la promesa que Él me hiciera aquel 8 de diciembre: ‘Levántate al Pueblo y yo abriré sus corazones para que te reciban como un solo hombre’. Y yo os pregunto a vosotros, hermanos: ¿No soy apóstol? ¿No soy libre? ¿No he visto a Jesús el Señor Nuestro? Si para otros no soy Apóstol, para vosotros ciertamente lo soy, porque el sello de mi apostolado sois vosotros en el Señor”.
Dios confirmó su obra en los corazones
“Para mi gira universal había preparado mis temas para confirmar el Ministerio que Dios me había otorgado. Y yo preparé mis estudios para cada ciudad, para cada región, según las circunstancias y necesidades que su hermano creía o le reportaban que había en cada país. Cuando llegue a Chile, voy hablar de esto; y cuando llegue a Argentina, voy hablar de esto otro… Pero cuál fue mi sorpresa que cuando llegué a aquellos lugares, primeramente a la Iglesia de Talca, su hermano llegaba un día antes y se iba a comer en donde ya estaba la Iglesia reunida. Veían el rostro de su hermano y empezaban a gritar de alegría y de júbilo, y veía las pancartas de bienvenida y de saludo que le daban a su hermano, y yo decía: “no hay necesidad de confirmar”.
Sois vasos de honra
“Iglesia del Señor: ¿Tú de cuáles eres? ¿De los que se gozan o de los que sufren la separación? Tú escogiste el mejor de ellos: tú escogiste no amargarte; no estar en una letra muerta, la cual ya no está dirigida por el Espíritu de Dios; decidiste abrir tu corazón y decirle a Dios: ´Señor, barro en tus manos yo quiero ser. Y si tú quieres puedes hacerme que para eso yo vine aquí’.
“Vosotros sois esos vasos que Dios ha formado, vasos de honra para recibir esta agua cristalina que es la Palabra de Dios. ¡Qué hermosa bendición el escuchar la aceptación que habéis tenido en vuestros corazones! Yo volteo con el Señor que me envió y le digo: ¡No a mí, oh Señor! ¡No a nosotros, oh Señor Jesucristo! Sino a tu nombre sea la gloria, la honra y la alabanza, porque Tú eres el que me levantaste y me confirmaste en los corazones de ellos”.
La Familia de Dios
“La familia de Dios, que es la Iglesia, es inmensa, eterna, conformada desde antes de la fundación del mundo. A los que Él antes conoció a estos también predestinó. Y a los que predestinó a estos también llamó. ¿De qué forma nos llamó? Dios buscó y preparó las formas para que tú escucharas su palabra. Después que nos llamó también nos santifico… Cuando bajaste a las aguas bautismales, por muy horrendos que fueron tus pecados fueron perdonados delante de Dios, y saliste de esa agua bautismal santo, consagrado a nuestro Dios. Y a los que santificó, a estos también glorificó. ¡Qué bendición tan hermosa! ¡Somos la familia de Dios!
“Esta familia no está sujeta a un territorio o un país. Es decir, hay una Iglesia triunfante, la que ya está bajo el altar del Señor, en el seno de Abraham. Ahí están los apóstoles primitivos y los santos que han dormido. Ahí están y siguen siendo los hijos de Dios y nuestros hermanos. Pero también la Iglesia que está aquí en la tierra, que somos nosotros, un día estaremos juntos y ya no habrá separación. Un día estaremos cara a cara con el Señor y reinaremos con Él por toda la eternidad.
Engendrados a Cristo por medio de su apóstol
“Para ser parte de la familia de Dios, primero tenemos que ser engendrados en el Evangelio. Engendrar es dar vida. Es transmitir la existencia. Es infundir el aliento. Y para formar una familia se requiere de un padre.
“Para llevar a cabo el acto de engendrar, es necesario e indispensable que haya un Apóstol, mismo que es puesto en la Iglesia por Dios como Padre en la fe, pues es requisito de Cristo: “El que a vosotros recibe, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió”. Dios manifiesta su paternidad aquí en la tierra por medio de aquel a quien Él elige, porque cuando lo envía, en su representación lo hace.
”Y el Dios todopoderoso, al igual que a los demás apóstoles, me ha dicho: “Te he puesto para salvación hasta todos lo último de la tierra”. Y hoy puedo decir con entera libertad: “Pues aunque tengáis diez mil ayos en Cristo, no tendréis muchos padres, porque en Cristo Jesús yo os engendré”.
Mensaje para la Iglesia Universal
“Dios me ha inspirado reunirme con los santos de este lugar, a fin de hacer manifiesto a toda la iglesia universal lo que Él ha puesto en mi corazón de discípulo, de Apóstol y de Padre en la fe (porque no hará nada Jehová el Señor sin que antes revele sus secretos a sus siervos y a sus profetas).
“Quiero dejar establecido este día, con toda la iglesia universal, que se unan a mi sentir y a mi propósito, y se siga manifestando no solamente el manto de la Elección, sino la gracia de Dios que por medio de este Ministerio sigue abarcando a la humanidad.
“Como padre en la fe, Dios me ha hecho sentir que no todos mis hijos se sentaron en la mesa. Dios me ha hecho ver que algunos de mis hijos, que son también tus hermanos, andan comiendo algarrobas; otros andan malgastando la herencia que Dios les ha impartido de ser herederos de esta hermosa bendición; y ya sea por vergüenza o por maldad, se han ausentado de la casa de Dios.
“A pesar de tanta alegría, en estos dos meses de mi apostolado; a pesar de las hermosas manifestaciones de Dios en vuestros corazones, a pesar del júbilo experimentado en la pasada Santa Cena en Medellín, Colombia… hoy me siento como Jacob cuando no encontraba a su hijo José.
“Dice la palabra de Dios que José fue vendido por sus propios hermanos a unos mercaderes de Egipto, y a Jacob le hicieron creer que su hijo había sido devorado por una mala bestia. Pero como padre, Jacob nunca se olvidó de su hijo. Los que somos padres podremos dar testimonio de que no hay amor más grande que el amor de un padre hacia un hijo.
“Yo siento que en mi casa, en mi mesa, junto a mí, me hacen falta algunos hijos de la familia de Dios. Faltan algunos de tus hermanos. Algunos ministros me han dicho que es un hijo rebelde, otros me han dicho que es un hijo impío, otros me confirman que es desobediente y hasta aseguran que ya está muerto espiritualmente. Pero hoy yo les digo a cada uno de ellos: si están en mi mente y es mi deseo buscarlos, es porque ellos están vivos”.
Un año de restauración
“Si Dios ha puesto en mi corazón que salga buscarlos, es porque yo sé que esos hijos están vivos. Tal vez perdidos, pero andan por ahí. Que a la mejor su vergüenza y su pecado no les permita acercarse, pero yo sé que viven. Por eso hoy, desde esta ciudad, quiero invitar a la Iglesia Universal a hacer una promesa delante de Dios. Y este día quiero dejar establecido el inicio de un año de restauración.
“Este año queda establecido como un año de restauración. Desde el día de hoy -26 de febrero- hasta el próximo 14 de febrero de 2016, en este año vas a ir a buscar tus hermanos que andan descarriados porque somos la familia de Dios. Irás a buscarles y a encontrarlos. Habrá quien te diga: ´Con aquel hermano no vaya, aquel hermano ya no tiene esperanza, aquel hermano vive en pecado, aquel hermano vive en maldad, aquel hermano ya no tiene la fe de Dios, ya déjenlo en paz´. Tú dirás: ´No. A mí el Apóstol de Jesucristo me ha facultado para que vaya a buscar a mis hermanos que han sido descarriados.
“Iglesia universal que me estás viendo y escuchando. Si en verdad has creído que Dios me ha puesto al frente de vuestras almas, yo te pido que regreses a mi hijo José, que yo creía que estaba muerto pero que vuelvo a oír su gemir, que oigo yo su llorar, que oigo a lo lejos que está temblando de frío… y que se avergüenza y dice: ‘Yo allá tenía cobijo, tenía alimento, tenía abundancia, pero me da vergüenza porque ya no está mi padre Samuel, ahora está otro Apóstol que Dios ha elegido. No sé si él me vaya abarcar en su gracia, no sé si él me ame, no sé si él me quiera, como me amó mi padre Samuel’.
“Tú vas a ir con ellos a sus casas y les vas a decir: “Hermano: me manda un verdadero Apóstol de Jesucristo llamado Naasón Joaquín. Y me envía a decirles que la Paz de Dios nuestro Padre, y la gracia que Jesucristo nos ha regalado, vuelvan a abundar en este hogar por la gracia de nuestro Dios”.
“Y lo invitarás y le dirás: ‘¿Conocisteis al Apóstol de Dios Samuel Joaquín? ¿Te sentiste protegido por él? ¿Te sentiste amado por él? Pues aquel que puso el amor en su corazón, hoy también lo ha puesto en el corazón del hermano Naasón, y te mandó decir que vuelvas a la familia. Que él te ama, que él escucho tu voz, y vio tus lágrimas’”.
Oración intercesora
“Señor: hay otros hijos que tienes, que se han apartado señor. Algunos dicen que son falsos, otros dicen que son malos, otros dicen que son pecadores, pero yo les digo: son tus hijos. Son los hijos que tú me has dado, obra en el corazón de tu iglesia, que vayan por los pueblos por las aldeas, por las ciudades, por las calles, que alcen la voz, que vayan a sus hermanos, que los cobije en, que los consuelen, que los inviten, y que el próximo 14 de agosto sean también invitados a la mesa y se sienten con nosotros y gocen de tu preciosa paternidad espiritual”.
Despedida
En sus palabras finales, impregnadas del amor y la misericordia de Cristo, el Apóstol del Señor expresó: “Deseo que aquellos hijos también sean traídos a esta gracia, y sean abarcados. Iglesia del señor: ¿De veras aceptas esta invitación?¿Me prometes delante de Dios que irás buscar a esas ovejas perdidas? ¿Qué haremos todo los que esté de nuestra parte para que algún día también estén entre nosotros gozándose y alegrándose de las bendiciones que Dios nos ha dado? Si así lo haces Dios te va bendecir.
“Señor: ‘Regrésame a mis hijos. No me conocen, no saben quién soy, pero hazles sentir lo que tú les has hecho sentir a cada uno de ellos. Que mi Ministerio también los abarcará, los cobijara y los protegerá en tu santa y en tu bendita gracia. Correremos por las calles, por los montes, por las ciudades, por los pueblos… alzaremos la voz para que aquella oveja perdida reconozca la voz de su pastor. Y te dirán: ‘Pero ya no está el hermano Samuel. Y tú le dirás: ‘Ahora está el hermano Naasón. Y el mismo que hizo por Samuel Joaquín es el que ahora está haciendo por Naasón Joaquín. Que Dios te siga bendiciendo, y aquel que comenzó la buena obra en vuestros corazones, la perfeccione día a día hasta la venida de su hijo Jesucristo. la paz de Dios sea con vosotros”.
Las Iglesias del norte de Texas cantan el himno “Soy yo soldado de Jesús”. Con esta alabanza se despiden del Excelentísimo Apóstol de Jesucristo, Naasón Joaquín García, quien se detiene unos segundos con los jóvenes para recordarles: “Preparémonos, porque la batalla ya empezó. Y deseo yo ya mandarles lo más pronto posible a los campos de batalla. Iglesia que te quedas en estos lugares, trabaja por tus hermanos que están salidos y traerlos al redil. Por lo pronto la paz de Dios y la gracia de Cristo queden en vuestros corazones”.
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Fuente: Unidad de Crónica Apostólica.