Narración hecha personalmente por el hno. Ing. Daniel Mejía, con motivo de su permanencia en Chile en el mes de Septiembre de 2006, debido a la conmemoración del 30 aniversario de la Iglesia del Señor en Chile.
Corría el principio del año 1976 en la ciudad de San Salvador, capital de la república de El Salvador, aproximadamente a fines del mes de marzo; cuando el hno. Daniel Mejía trabajando cómo ingeniero civil en una oficina del ministerio de Obras Públicas de ese país, fue llamado por el director y subdirector de la institución en que trabajaba y habiéndose presentado al director, este último le dijo, que tenía una beca para él, la cual consistía en ir a estudiar Planificación del Desarrollo a la CEPAL (Comisión Económica Para América Latina, organismo regional de las Naciones Unidas), en la ciudad de Santiago capital de la república de Chile. El Ing. Mejía aceptó de inmediato la oferta de la beca; tomando en cuenta para sí, que esta era una bendición especial que coyunturalmente Dios le proporcionaba; en el sentido de que Dios le estaba dando la posibilidad de que trajera no una, ni diez, ni veinticinco almas al Varón de Dios, sino una república.
















Por la noche de ese día, ya en la iglesia, y después de la oración el hno. Daniel Mejía le comunicó al hno. Alfonso Herrera, Pastor de la Iglesia de San Salvador que le habían ofrecido una beca para Chile y que él la había aceptado; entonces el hno. Alfonso Herrera le dijo: “Está bien hno. Daniel, Dios lo va a bendecir”. Esto fue todo lo que me dijo en ese instante el hno. Alfonso Herrera, ya que cuando me ofrecieron la beca saltó en mi corazón el deseo de traer un país a los pies del Varón de Dios, digo esto porque se han dado diferentes versiones en Guadalajara y otros países en el sentido de que el hno. Alfonso Herrera me autorizó ir a Chile siempre que yo fuera a llevar la palabra del Señor, pero esto no es cierto; quien me envió a Chile fueron las Naciones Unidas y el gobierno de El Salvador. El hno. Alfonso solamente aprobó el que yo haya aceptado la beca a Chile. Digo esto, no por soberbia; sino como una aclaración en honor a la verdad.
Aproximadamente a fines del mes de mayo salí vía aérea desde San Salvador a la república de Chile; habiendo llegado a Chile partí del aeropuerto Pudahuel hacia el hotel Emperador (que era el lugar donde yo debía de llegar), en la ciudad Santiago. Luego al llegar al hotel entré a mi habitación correspondiente y me hinqué delante del Señor y oré diciendo: “Señor si tu siervo Jonás le habló a la ciudad de Nínive que se caminada en tres días, y cuya población recibió la palabra de tu siervo Jonás ¿cómo no habrá aquí en Santiago que es una ciudad de dos millones de habitantes, siquiera un alma que quiera oírte Señor?”, y mi ruego era constante en este mismo sentido al Señor.
Habiendo llegado a Santiago me ubiqué en una casa, en la comuna de Vitacura, en la calle Costanera; ya que desde esa residencia me quedaba cerca la CEPAL, en donde recibía clases por la mañana y por la tarde. Estando ya ubicado en dicha residencia conversé con la señora de la casa cuyo nombre era Bernarda y que se le conocía como Beña y le dije que yo era cristiano, preguntándole entonces donde quedaban las iglesias evangélicas de Santiago, ya que mi objetivo era visitar una de esas iglesias y ahí conversar con un alma que Dios me proveyera para iniciar la conversación del evangelio; mientras tanto en San Salvador el hno. Alfonso Herrera le pedía ayunos y consagraciones a la Iglesia para que me ayudaran espiritualmente en mi propia misión de evangelización.
Un domingo que la señora Beña me llevó a conocer Viña del Mar; después de haber estado ahí todo el día, regresamos a Santiago por la noche y pasando en la Alameda Bernardo O´Higgins, me dijo Beña “Mira Dani, está abierta la catedral de los evangélicos”, entonces me bajé inmediatamente del vehículo y le dije a Beña que yo llegaría más tarde en taxi. Luego me dirigí hacia dicho templo, que queda aproximadamente unas cuatro cuadras abajo de la Estación central de ferrocarriles sobre la Alameda Bernardo O´Higgins, ya en dicho templo, habiendo terminado la oración en ese lugar salieron casi todos los asistentes al mismo y yo comencé a buscar con que alma podría platicar y me preocupaba mucho encontrar a alguien con quien conversar y ya cuando casi todos los miembros de esa iglesia se habían retirado; de repente apareció un joven que estaba de espaldas hacia mi persona, entonces me fui acercando despacio hacia él y habiéndolo saludado como se saluda en el mundo le dije que yo era un Ingeniero Civil que venía de El Salvador y de parte de las Naciones Unidas para estudiar en la CEPAL; y que además a mi me gustaba oír el evangelio aunque no lo entendía y que por lo tanto si el podría explicarme un poco acerca de la doctrina de su iglesia.
De esta manera inicié mi conversación con este joven, cuyo nombre es Ramón Cayunao (Actualmente el primer Diácono de la Iglesia del Señor en Chile), al final de la charla que fue relativamente corta, quedamos en volvernos a reunirnos el próximo domingo en el mismo lugar después de la predicación. El siguiente domingo al final del culto me reuní nuevamente con el que ahora es nuestro hno. Ramón Cayunao Tralma y continuamos conversando por más largo tiempo, aproximadamente media hora. En los domingos subsiguientes me presentó a otro joven cuyo nombre era Alberto Aninao, el domingo siguiente el hno. Ramón me presentó a una joven que era su hermana, hoy nuestra hermana Elsa Cayunao Tralma que también sirve en la obra del Señor y finalmente me presentó a la hna. Carmen Cayunao Tralma. Ambas hermanas en la carne del hno. Ramón. Un domingo en que nos habíamos saludados todos en la iglesia en la Alameda Bernardo O´Higgins, el hno. Alberto Aninao me invitó para que nuestras conversaciones las hiciéramos en la casa donde él vivía, que estaba en la comuna Conchalí, calle teniente Ponce. Yo le di gracias a Dios porque justamente era lo que deseaba, o sea platicar en la casa donde ellos vivían. En este último lugar llegamos a platicar los sábados por la tarde y los domingos de diez de la mañana a ocho de la noche.
Aproximadamente tres meses después de haber comenzado nuestras conversaciones, un domingo nos retirábamos del lugar con la hermana Elsa, ya que ella trabajaba en la Comuna de Las Condes y yo vivía cerca de las Condes en la comuna Vitacura las que son comunas inmediatas. Caminando con la hna. Elsa ella me pidió que quería ser bautizada. Por lo cual le di gloria a Dios, y le dije a la hermana Elsa que iba a comunicarlo por cable a San Salvador y Guadalajara o sea a nuestro hno. Alfonso Herrera y al Varón de Dios respectivamente; y que de San Salvador conforme a la voluntad del Varón de Dios, enviarían varones para que la bautizaran a lo que ella me respondió que San Salvador estaba muy lejos y que no creía que desde ahí vinieran a bautizarla, por lo que me pide que la bautizara yo; entonces le dije: que ella ya conocía el orden de la iglesia y que yo no tenía ninguna autoridad para bautizarla excepto que hubiere una orden personal del Varón de Dios, aclarándole que los hnos. venían no por su carne sino por su alma.
El siguiente domingo el hno. Alberto Aninao me pide también su bautismo. Nuevamente glorifico a Dios por concederme lo que tan profundamente en mi alma deseaba que hubiere al menos dos almas para bautizar. De inmediato le comuniqué al hno. Alfonso y al Varón de Dios que había otra alma para bautizarse. Días después recibía comunicación de San Salvador que pronto saldría dos hnos. de esa ciudad de San Salvador hacia Chile para llevar a cabo los bautismos de los dos hnos. que así lo habían pedido. En la tercer semana de septiembre del años de 1976 el hno. Mario Isabel Ruiz y el hno. Eladio García llegaba a Chile a la ciudad de Santiago para proceder a los bautismos pertinentes.
El hermano Mario Isabel y el hermano Eladio de inmediato intensificaron la evangelización con los hermanos y entonces el hermano Ramón y la hermana Carmen también pidieron su bautismo. Así mismo el hermano Mario y el hermano Eladio todos los días pasaban por una intersección de unas de las calles de Santiago en donde un señor les lustraba los zapatos. A este señor lo evangelizaron en el transcurso de esa semana y también pidió su bautismo. Este señor fue el hno. Pedro Antillanca.
Así llegó el glorioso día 26 de septiembre del año 1976 y en las primeras horas de la mañana todos los hermanos que nos reuníamos nos dirigimos hacia la parte alta del Mapocho que pasa por el centro de Santiago. Esta parte alta del río mapocho era conocido como El Arrayán que era un paraje muy especial y que hoy se encuentra urbanizado; fue aquí donde en la fecha antes mencionada se llevaron a cabo cinco bautismos correspondientes a los hnos.
- Ramón Cayunao Tralma
- Elsa Cayunao Tralma
- Carmen Cayunao Tralma
- Alberto Aninao y
- Pedro Antillanca: (Estos últimos dos desafortunadamente murieron en el mundo)
Los hermanos Mario Isabel y el hermano Eladio después de haber llevado a cabo los bautismos que los ejecutó el hno. Mario Isabel, regresaron a la ciudad de San Salvador ese domingo por la tarde, yo de mi parte continué con mis estudios en la CEPAL y con las oraciones formales con mis hermanos, porque ya desde entonces había oraciones los días Jueves, Sábados y Domingos hasta el tiempo en que terminé mis estudios habiéndose llegado el día en que yo me retiré de Santiago que fue el 18 de diciembre del año 1976.
Esta es la Narración de los acontecimientos verdaderos que se dieron en el surgimiento de la iglesia del Señor en Chile relatada por el hermano Daniel Ángel Mejía.






