Epístola Apostólica: 15 de noviembre de 2012

Fecha: 15 de noviembre de 2012

Lugar: Houston, Texas

Dirigida a: Al honorable Consejo de Obispos y a la Iglesia Universal

Sea con vosotros la paz de Dios. Amén.

Gloria a Dios, creador de un nuevo ser sobre la tierra, quien puso su especial cuidado dándole su misma imagen y semejanza y poniéndolo sobre toda su creación (Génesis 1:26-27). Y dijo Dios: ‘Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza’.

Los acontecimientos en la vida de la simiente, por la bendición de ‘fructificad y multiplicaos’ (Génesis 1:28), formaron voluntades e inclinaciones separadas y hasta opuestas entre sí en dos hermanos con todas las bendiciones que Dios les había otorgado: Abel sirvió a Dios y Caín le abandonó sin saber a dónde se fue, naciendo entonces el libre albedrío de comportamiento en toda su vida y decisiones, eligiendo entre la vida y el bien, y la muerte y el mal, y recibiendo el pago a su comportamiento.

Así fue el desarrollo del género humano hasta nuestros días. En esta libertad se ha deformado el propósito de Dios por la misma libertad que otorgó al género humano, en la que muchos se entregaron a una corrupción mientras otros a un anhelo de conservar la imagen de su creador. Así han surgido muchas creencias y hasta derivaciones formadoras de sentimientos opuestos, así como de interpretaciones propias en la libertad que tiene el género humano. Unos muy cercanos al sentimiento de Abel y otros al desprecio de Caín, haciendo separación entre el hombre y Dios y dejándolo en su libre albedrío para que de ello nazcan diferentes servicios o comportamientos delante de Dios, y formándose muchas religiones; tantas que sería difícil enumerarlas así como sus bases y aparentes revelaciones que cada quien asegura vienen de Dios.

En ello entramos nosotros, seguidores fieles de los que aceptamos sea nuestro comportamiento y vida lo más cercano a Dios posible, sin que se oponga el tiempo. Pues en la eternidad de Dios, ayer creó al hombre, lo deja vivir el día de hoy y mañana lo recogerá. Pues en su eternidad hizo toda la creación, la celeste con sus acontecimientos y la que le representó en la tierra con sus aciertos y desviaciones, en lo que algunos estamos seguros de servirle y otros con sus errores de vida creen también ser aceptos a Dios. Esta conjunción y a la vez confusión de servicio a Dios ha separado la unidad de aquel anhelo con que Dios hizo al hombre, pues le dejó a su libre albedrío.

Nos conviene pues, ante el surgimiento de diferentes conceptos de servicio y comportamiento delante de Dios, analizar lo que muy pronto será confrontación con nuestra fe, como sucedió con la presencia de Cristo en el mundo. Hubo quienes lo apreciaron como la imagen perfecta de Dios en la tierra y otros que lo despreciaron durante su permanencia en esta al grado de infringirle la muerte.

Estas creencias religiosas van desarrollándose cada día más y nosotros, que creemos ser del linaje de Abel, sufriremos muchos combates en ataques y desconocimientos como hizo con Cristo; entre los cuales debemos distinguir, aunque sea superficialmente, lo que ha surgido de ellas: el islamismo, la religión más prolífera, y la Iglesia Católica Apostólica y Romana, la segunda; así como multitud de diferentes derivaciones de estas, de las cuales debemos recelar porque no solo atacarán ideológicamente sino hasta la persecución mortal sometiéndonos.

Para que esto no suceda, debemos conocer el origen de los que dejan a Dios, de los que falsamente se precian de Abel. Y ahí unimos uno de nuestros cantos: ‘En las tinieblas la luz resplandeció. Con sus fulgores alumbra mi corazón y ahora camino sin tropezar en piedra porque me alumbra la palabra de Dios’.

Así que tengamos plena seguridad y certeza en nuestra bendición apostólica. Debemos prepararnos para todos aquellos que demanden razón de nuestra fe y servicio a Dios. Inflamados con la palabra del canto, luchemos como los fieles siervos de Dios y por el ejemplo que veis en mí, sabiendo que estoy puesto para la defensa del evangelio.

Me angustia el pensar que al cuerpo intelectual de la Iglesia La Luz del Mundo se le está pidiendo analicen los distintos credos o religiones para defender nuestra fe, pues a la vez podéis ser cautivados admirando los conceptos filosóficos y teológicos de otras creencias, como dijo Pablo, teniendo apariencia de piedad. Admiro a muchos hermanos que por su preparación profesional han estudiado la filosofía de hombres que han dejado escritos y otros que voluntariamente han querido introducirse en las diferentes teologías por curiosidad o interés, creyendo que sobre la pseudorevelación de esos fundadores de los diferentes credos antes mencionados hay algún misterio.

Y lamento mi falta de capacidad para estudiar esas filosofías en mi escasa formación académica y por la incitación a que solo estudiara mis principios de fe y obrar en nuestra iglesia, sin tener nunca en mi vida durante 51 años de ministerio interés por estudiarlas. Pues sigo el consejo del apóstol Pablo: ‘Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según la tradición de los hombres’. Me duele incitaros a este peligro. Pero repito el texto, Colosenses 2:8: ‘Mirad que nadie os engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas, según las tradiciones de los hombres, conforme a los rudimentos del mundo, y no según Cristo’, pidiendo a Dios veáis las estrategias y no seáis cautivados por ellas.

Y si en alguno hubiera debilidad, preferible es que no sigan internándose en esas pseudointerpretaciones, que el primer ejemplo lo tenemos de los enemigos de Cristo, el cual fue la imagen perfecta de Dios en la tierra. Espero que comprendáis mis propósitos. Nos tendremos que enfrentar a estas tradiciones humanas defendiéndonos solo con nuestra vida y servicio a Dios.

Ruego pues a Dios que abra vuestros sentidos espirituales a los que os enseñan la palabra revelada al apostolado actual para que podamos conservarnos como el pueblo judío, sujetos a la ley dada en Sinaí, en la cual se ha hermetizado contra toda interpretación filosófica y teológica que trate de ironizarles por haberse encerrado en aquellos hermosos mandamientos.

Terminaré con Judas 1:3 exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos. Y Filipenses 2:12: ‘Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor’ y con el himno 162: ‘El mundo es el campo de amor’.

Vuestro en Cristo,

Samuel Joaquín Flores