Amar a nuestros enemigos: Una revolución del Corazón

“Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos…”

— Mateo 5:43-45

Un Mandamiento Contraintuitivo

Entre todas las enseñanzas revolucionarias de Jesús, pocas resultan tan desafiantes y profundamente transformadoras como esta: amar a nuestros enemigos. En un mundo que promueve la venganza, la autodefensa y el orgullo personal, estas palabras suenan casi escandalosas. Pero en ellas se encuentra el núcleo del Evangelio: el amor radical, gratuito y sin condiciones.

¿Por Qué Amar a Quien Nos Hace Daño?

Jesús no habló desde una torre de marfil. Él vivió lo que predicó: perdonó a los que lo traicionaron, oró por los que lo crucificaron, y murió pidiendo misericordia para sus verdugos. Nos llama a amar a nuestros enemigos no porque ellos lo merezcan, sino porque Dios nos amó cuando nosotros éramos Sus enemigos (Romanos 5:10).

El amor a los enemigos no significa justificar el mal, ni aceptar el abuso. Significa romper el ciclo del odio, negarse a devolver mal por mal, y optar por un camino de misericordia que transforma tanto al que ama como al que es amado.

Una Señal del Reino de Dios

Cuando respondemos con amor en lugar de odio, mostramos que pertenecemos a un Reino distinto, uno donde la justicia se mezcla con la gracia. Jesús dijo que al amar a los enemigos, “seremos hijos de nuestro Padre que está en los cielos”. En otras palabras, reflejamos el carácter de Dios, quien hace salir el sol sobre buenos y malos, y envía lluvia sobre justos e injustos.

Amar No Es Sentir, Es Decidir

Amar a un enemigo no significa que nos sintamos bien respecto a él. Significa que elegimos actuar con bondad, orar por esa persona, bendecirla y desearle el bien. Es una decisión voluntaria que nace de una fe madura y un corazón dispuesto a ser transformado por Dios.

¿Cómo Empezar?

  • Ora por ellos: Pídele a Dios que bendiga a la persona que te ha herido. Es difícil odiar a alguien por quien oras sinceramente.
  • Habla bien de ellos: Rehúsa difamarlos, criticar o alimentar rencores.
  • Busca comprender: A veces nuestros “enemigos” también están heridos, confundidos o perdidos.
  • Perdona: No para liberar al otro, sino para liberarte a ti mismo del peso del resentimiento.

Amar a los enemigos no es una opción para los seguidores de Jesús; es un llamado al que todos estamos invitados. Este amor no nace de nosotros, sino del Espíritu de Dios obrando en nuestro interior. Y cuando lo vivimos, el mundo ve algo distinto, algo divino: el reflejo del amor que llevó a Cristo a la cruz.